POEMAS
de
Patricio Pérez
ABATIDO
Cansado estoy de ser un gato
Persiguiendo a un ratón escurridizo,
Un ratón que se esconde en madrigueras,
Entre ramas,
Bajo tierra,
Entre pinchos.
Cansado de ser luna creciente
Ocultada entre lluvias de granizo,
Luna impregnada de aguaceros,
Bajo el viento,
Entre nubes,
Junto al frío.
Cansado de ser un lago puro
Que se ofrece sin reparos cristalino,
Lago en calma y con sosiego,
Bajo olas,
Entre juncos,
Sin cobijo.
Cansado de ser isleta virgen
Descubriendo a corsarios sus alijos;
Cansado de encontrar sólo barcazas
Que le roban, cual pirata, su cariño.
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LO QUE QUEDARÁ CUANDO TE VAYAS
¿Qué quedará de mí cuando te vayas?.
Un recuerdo flotará junto a tus sienes
Y permanecerá escondido en la memoria.
Y te marcharás,
Y los años borrarán mis ojos tiernos
Que hoy te miran embobados,
Que hoy sangran de no saber
Lo que quedará de mí cuando te vayas.
Y te alejarás con dolor y con silencio
Justificando con mentiras una vida absurda
Que a mí también me amarra,
Que a mí también me empuja,
Que también me grita el deber de la marcha,
La negación de lo prohibido.
¿Qué quedará de mí cuando te vayas?.
Mis poemas serán tinta mojada
Que tal vez escondas,
O rompas,
O niegues,
Que quemes en la hoguera de la angustia.
Poco quedará de mí cuando te vayas,
Sólo, ondulado entre las nubes,
Un deseo que se perdió con las estrellas,
Una ilusión mordida injustamente
Con dientes de cordura,
Una posibilidad enterrada entre las piedras
Que bordean los senderos solitarios.
Y olvidarás mi rostro,
Y mis manos no jugarán junto a las tuyas,
Y tus dedos se perderán de mi memoria,
Y mi mirada caerá junto a tu olvido.
¿Qué quedará de mí cuando te vayas?.
Ni siquiera vivirá junto a tu alma
Una ráfaga de la luz que descubriste
Cuando me amaste,
Cuando imaginaste en segundos instantáneos
La vida que te niegas y que anhelas,
La vida que deseo y que rehuyo.
¿Qué quedará de mí cuando te vayas?.
Acaso una mirada cruzada y perdida
Que no pronuncie un hola,
Ni un adiós,
Una casual mirada que ni siquiera sea mirada.
¿Qué quedará de mí cuando te vayas?,
¿Qué quedará cuando rehuses la felicidad
que ahora vislumbras
y vuelvas eternamente a la mentira consentida
que yo también alimento?.
Dime que quedará de mí cuando te vayas
Que necesito nutrir mis lágrimas futuras
Al no saber lo que quedará de mí cuando te vayas,
Cuando repudies una vez más tus sentimientos
Y retornes crudamente a tu realidad fingida.
¿Qué será de mí cuando te vayas?,
¿Qué será de nosotros cuando malherido me marche
y tu malherido te vayas?.
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KATANGA
En Katanga no hay silencios
Ni mentiras disfrazadas que transitan
Cabizbajas por las calles.
En Katanga no hay temores,
Ni miedos,
Ni insatisfacciones.
Todo es distinto en Katanga,
Las luces,
Los sonidos,
Las palabras.
En Katanga no hay reproches,
Ni soledades,
Ni dudas que se niegan;
No hay renuncias,
Ni desconciertos,
Ni lágrimas.
Hay un verde prado en Katanga,
Una campiña inmensa rebosante de manzanos,
De frutas frescas y dulces,
De cepas con uvas de esperanza,
De kiwis de deseos satisfechos.
El agua de Katanga es brillante,
Cristalina,
Pura.
Corre mágica por montes,
Se escapa entre las colinas
Y se vierte en lagos deslumbrantes,
Donde el yo se zambulle
Y se limpia superando impurezas.
En Katanga no hay monedas,
Ni papeles timbrados,
Ni desfalcos,
Ni cajas fuertes,
Ni notarios.
En Katanga algo quieres, algo tomas,
O lo regalas
O te lo ceden.
En Katanga usas el trueque:
El amor por un beso,
La felicidad por el deseo,
La sonrisa por la caricia.
No está tan lejos Katanga,
Aunque no lo sitúen los geógrafos
Con su ciencia inexacta,
Ni lo atlas cartográficos
Con sus volúmenes descifrados,
Ni los planos de carreteras
Con sus autovías destacadas.
Katanga no es un planeta,
Ni un continente,
Ni tan siquiera una isla.
A Katanga no se llega
Utilizando aviones supersónicos
Ni automóviles todoterrenos
Que superan montes y ríos.
Sólo hay un tren a Katanga,
El que parte del corazón valiente,
El que cruza el puente de tus ojos
Y traspasa túneles ocultos.
Hay una sola estación a Katanga,
Un solo horario,
Un solo vagón que no espera.
¿Dónde están mis maletas?.
Me marcho veloz a Katanga
Cruzando tus poros de nácar.
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MIENTRAS ELLA DUERME
Ahí queda ella,
Desnuda entre sábanas,
Entre sueños de algodón que la cuidan.
Ahí queda ella,
Sus ojos cerrados,
Sus pensamientos volando
Surcando inmensos cielos puros.
Ahí queda ella,
Ahí está,
Rozando mi tersa piel mientras duerme.
Ahí queda ella,
La que acaricia mi ahora,
La dueña del presente que vivo a cada instante,
A cada respiro.
Ahí queda ella,
Mi sueño lejano alcanzado
- algo que no puedo olvidar -.
Dormida, ajena,
Ahí queda ella.
Despierto, inquieto,
Aquí quedo yo.
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AGUA DE TI
Aguaceros de abril.
Lluvias torrenciales de marzo,
Lluvia ingrávida,
Lluvia húmeda,
Con olor a monte,
A jazmines en flor,
A tus ojos de verdor silvestre.
Tormentas de agosto
Frescas en la piel,
Dulces al aire,
Inundadas de arena blanca y fina,
De algas salvajes,
De tu mirada brillante de mar.
Lluvia permanente
De diciembres helados,
Lluvia de deseos de abrigo,
De hoguera caliente,
De vaho en cautiverio,
De tus pupilas de nubes grises.
Agua caída junto a mi rostro
Guarecido ante su fuerza,
Sorprendido ante su coraje,
Carismático frente a su furia.
Lluvia primaveral colorista,
Lluvia de risas y templanzas,
De retorno cálido y sonoro;
Lluvia de invierno que inunda los deseos,
Que moja sueños y raíces;
Lluvia calurosa de verano árido y embriagante,
De brillo burbujeante en los rostros,
De verde luz en tu retina;
Lluvia otoñal por los arroyos,
Lluvia de mar,
Lluvia de río,
Lluvia en tus ojos chorreantes de rocío,
Lluvia de cariño empapado,
Lluvia caída,
Lluvia amante,
Lluvia,
Lluvia querida.
Lluvia imaginada,
Borbotones soñados en torrentes,
Frescor de nubes desplomadas,
Anheladas,
Deseadas.
Lluvia que recojo en mi costado,
Que moja mi ropa y mis bolsillos,
Lluvia entregada,
Lluvia recibida,
Lluvia,
Dulce lluvia,
Agua cristalina en tu mirada,
Fuente en tus ojos de fluido,
Lago selvático en tu rostro,
En tus vaivenes parpadeantes,
En tus palabras de silencios.
Lluvia,
Añorada lluvia,
Esperanzada lluvia,
Lejana lluvia que no arranca,
Distante lluvia que no moja,
Perdida lluvia que se niega.
Cedo mi pecho,
Mi faz sensible y trémula;
Presto mis manos,
Abiertas,
Rendidas;
Abres tus ojos,
¿dónde la lluvia?.
Una gota resbala por mi cuerpo,
La gota de tu lluvia que se escapa,
Y miro el cielo;
Y conformista
Saboreo tu gota en mis labios,
Alabo la suerte de tener junto a mi cuerpo
Una gota de tu lluvia,
No pido más,
Sólo una gota de tus ojos.
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