POEMAS
de
Miguel Ángel Ontanaya Pastrana
Manantial y bosque
Agua apresada
en la roca dura
salta entre riscos,
modela tajos, gargantas y valles.
Agua riega campos
semillas coronadas
tras espinas sinuosas de tiempo.
Agua que sacia
sangre sabia,
en tu cálido
y brumoso bosque.
▼
Piel de papel
Mientras pienso,
percibo el olor de tu piel
y saboreo los frutos que me harás probar.
Mientras los primeros fríos rozan este calor,
intento explicarme en vano
lo inefable.
Mientras mi nerviosa mano garabatea
torpemente este papel,
esta curtida piel,
tu recuerdo
estalla
dentro
de
mí
▼
Hilos de plata
Siete finos hilos de plata,
aire azul;
tu mano tapa tu sonrisa blanca,
brisa
y risa que abrasa,
música interna hecha grito,
tu nombre
en el aire azul.
Tu mirada.
▼
Silencio
En lo más oscuro, tu mirada,
bebo
cristalinas lágrimas.
En el silencio, tu entraña,
hallo
consuelo de llagas.
En el vacío,
la nada de silencios
basta.
▼
Sustancias
Hilos de palabras
que en ti tienen todo el sentido.
Sonidos profundos,
sustancias seminales de sentido,
dulces quejas,
alegrías oscuras.
Alfa y omega.
▼
Espera la mar
Espera la mar
y una misma lágrima de gozo
en su sabor
y en su tibieza.
Pieles,
deseos airados;
mañana de amor amanecido.
Sentido y presencia
en cualquier lecho de mar o arena.
▼
Cálido
Cálido,
umbrío, mudo chirrido de pieles,
rabioso el deseo.
Gozoso lamento
encadeno mi labio
a la columna de tu cuello.
Descenso,
descanso
sobre la tierra,
vientre eterno.
▼
Dentro
Dentro
la imagen pervive
y se hace mar.
Dentro
reviven palabras,
signos mutuos.
Dentro,
manantial, jardín,
monte unitivo.
Dentro,
centro
del ser.
▼
Gozoso lamento
Cálido,
umbrío, mudo chirrido de pieles,
rabioso el deseo.
Gozoso lamento,
encadeno mi labio
a la columna de tu cuello.
Descenso,
descanso
sobre la tierra,
vientre eterno.
▼
Viento
El aire cae
sobre la playa,
empuja el mar
y pervierte las arenas civilizadas;
el huracán
arranca las sombras,
el sosiego
y revoluciona
el acantilado;
el viento salino
ulula en el hueco de la piedra
y levanta
polícromas cometas de locura.
▼
Beso lapidario
Viscosa saliva,
vientre de sapo,
fétido acólito
turba los labios
de la que cae mutilada,
humillada,
hundida
y abandonada
por el que pregona la fe mercantil
miserable,
el negocio de salvaciones e infiernos.
Sacerdotes mercenarios
y renuncias invertidas
aprovechan que la adúltera está caída
para lapidarla
con un acre beso
de axila y rana.
▼