FRAGMENTOS DE UNA ODA

Antonio Redondo Andújar

 

[Primero]

 

...no hay más noche que ésta, cerrada, en la que duerme

mi pensamiento exhausto, feliz, mas temeroso.

Tanto habrá de esforzarse por ver aún más claro

los contornos del dios, de la diosa perenne

que yace entre nosotros, ignorada...

¿Quiénes creemos ser, si no meros mortales,

para, sin corazón, mofarnos de sus hijos?

¿Quién es ella que huye cada vez que mis labios

intentan apresarla en las redes del goce?

No hay más noche que ésta, cerrada, en la que duerme

la delicada diosa de mirada sombría...

 

 

[Segundo fragmento]

 

...con los ojos abiertos contemplo el horizonte.

Hubo un tiempo, recuerdo, en que sentí dolor

al querer ver más lejos: más allá del pasado,

más allá del futuro, más allá de las cosas

que sencillas se muestran al que se acerca a ellas

como amante y no dueño. Hubo un tiempo, recuerdo,

en que rendía un culto desmedido a todo más allá.

Hoy por fin he sentido que no nubla mi vista

el velo del presente, que ven por vez primera

mis ojos el pasado, su más bello contorno.

Nada ven del futuro. Sólo un presentimiento

ha acabado habitando mi anhelo de armonía,

de ignorada belleza... ¡Qué sé yo! Las palabras

también habrán de huirme como el alba

de esta noche sagrada...

 

 

[Tercer fragmento]

 

...a mis futuros hijos

habré de construirles una cuna de bronce

–tal vez alguno de ellos pueda tener mi sangre–.

Alguien los mecerá con dulzura en la noche,

será estable su sueño ya que, amante, mi voz

les cantará canciones cuya alegre cadencia

volverá de un pasado que creíamos muerto.

Apenas llorarán aquellos hijos míos

mientras dure mi canto, mas cuando me silencie

habrán crecido tanto que su voz será un trueno

y sus actos relámpagos. Sin duda yo habré muerto

mas mi canto inocente se quedará prendido

a su dorado lecho y seguirá acunándolos...

 

 

[Cuarto fragmento]

 

...es muy duro ascender la montaña más alta.

Lo grande aquí es el viento, el sol... ¡hasta mi sombra!

Lo que en el mundo es grande aquí desaparece

o se torna pequeño, sencillo, sin espíritu.

Es muy duro, también, mantenerse de pie

en el pico más alto: puedes quedarte ciego

si intentas vislumbrar lo que viene de lejos.

En tal cumbre descubres que de noche el contorno

de las cosas es vago y que de día el sol

con sus rayos te ciega, pero no desfalleces

aunque tus ojos sientan el dolor que produce

tan sobrehumano esfuerzo. Un buen día se posan

tan sólo en el paisaje que te acompaña siempre,

pese a haber recibido por presencia tan fiel

un extraño desdén. Sientes esa ternura

que todo lo ilumina cuando al fin desentrañas

el mensaje que oculta no sólo a tu mirada

sino a toda mirada que habita en ese abismo.

Aún es más duro, entonces, mantenerse en lo alto

porque tus piernas danzan de forma que no sabes

si te posee el sueño, la vigilia o el vértigo...

 

 

 

[Quinto fragmento]

 

...he entregado

todo lo que tenía. Ya no me queda nada.

¿Veré el mundo, tal vez, con otros ojos?

Con otros ojos, no. No tengo otros.

Sólo que frente a ellos no habrá nada

donde depositar una mirada

para escapar del mundo.

Solo estoy, sí, y desnudo, y no me apena.

Al contrario, siento inmensa alegría.

Ya cargo con el peso de mis actos

mas como el viento danzo en las cornisas.

Aunque parezca triste estoy alegre

y el vino de la vida que me embriaga

no es el lecho en que duerme mi vacío

sino el lecho en que sueña mi abundancia...

 

 

[Sexto fragmento]

 

...las manos de los hombres

son capaces de apresar la belleza

sólo si están desnudas de alhajas y de argollas...

 

 

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