Del Temple y su reliquia

Paloma Fernández Gomá

 

 

Es silencio el brote de espigas

que en la meseta requiere luz.

Después hubo un vacío de jinetes,

de rezos en el presbiterio;

y un eco de cruzadas asumió el réquiem

de aquellos que se iniciaron a través de las mareas

hacia un oriente próximo.

Llegaron a Tunicia y más allá;

hasta Constantinopla, donde fue mostrado

el brillo de sus aceros.

Después hubo un vacío que se extendía

por las sendas del Calvario

y un rumor de musgo invadió la cruz,

que, fraccionada, terminaría siendo múltiple reliquia

para navegar en adversa tormenta;

hasta verse depositada en nave de ara templaria.

Allí el rezo mostró su último anhelo

sobre el mar y la planicie.

 

 

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