A Encarni y Floro

El que da se ofrece, entrega, pasa, transmite, religa, pone en contacto. Dice cuándo y cómo, se afirma negándose, abre y desaparece, trabaja a la luz del día (al mediodía), permite que los otros culminen, su éxito es el éxito de los otros. Y es feliz. Pero su error es el más grave cuando se equivoca, cuando no acierta no hay apertura, no hay dinamicidad, no hay reunión ni diálogo, no hay éxito. Silencio, fracaso, caída en vano. No es importante pero es necesario. Lo sabe sin alardes, no alardea, porque no es importante sino necesario. Ha seguido y sigue, porque es su modo, una larga tradición que le enseñó y tiene que enseñar. Seguirá la pauta de la vista y la mirada; vio y miró, y a su vez será visto y mirado, al igual que aquello otro. Así se identifican, se reconocen y ven al mismo. Y esto es todo lo permitido para la recepción

en el aire ahí libre y casi sin tiempo todos los músculos tiran hacia arriba... más más sin aire dentro sin respiración con deseo anaeróbico cuerpo y mente fijados tensos reunidos en el límite del oferente wallaby dejando atrás la tierra el lecho familiar convertido ya en ruido en el solo silencio que da la eternidad a cambio de ese tiempo perdido entregado al viento sobre el césped solo en el aire justo en ese momento de máxima altura a media altura cuando ya más no se puede cuando es el momento de pasar lo transmitido a petición suya porque el juicio de la caída es inminente porque si espera más ya no se pasa el balón sabiendo que irá a su sitio sino que se tira se suelta sin más sin seguridad con precipitación... sólo entonces cuando todas las miradas están pendientes de él fijas en él ahí en esa plenitud de ya al límite cuando el disparo ha sonado y la fotografía lo ha fijado para siempre entonces se entrega el yo agotado de sí sucumbe y desaparece tras la estela de lo dado al fin se ha liberado de sí mismo

yendo abajo mira tenso si su intento ha tenido éxito, si la dinamicidad sigue su curso y lo transmitido pasa de mano en mano hasta donde pueda; ahí va algo que no es la escoria, aunque es lo que queda, lo alambicado es lo que se pasa y se da, circula y circula, mientras ya en tierra mira y va y va y cae o caigo y caigo o cae sin ella, porque es del aire, y él se queda o yo me quedo, ahora respiro y la veo, él y yo en la tierra, ella yendo, sería un bello ensayo de cuatro puntos.