DOS POEMAS

Jaime Antonio Bristilo Cañón

 

 

 

 

Por las noches el sol se pone un poncho de estrellas para protegerse del frío cortante cuchillo. Entonces un hombrecito resplandeciente levanta las calles por  un borde y les sacude el polvo como alfombras o manteles poblados. Me desbarranco en mi copa al borde de la mesa; derramo por tu cuerpo mis manos en los suburbios, Elena, la casa entera susurra tu nombre. Dilatan sus muros sombras que arremeten.

 

Al amanecer palabras de cada instante

 

 

ropavejero

                                   adagio

                                                                       escanciar

 

 

Anoche las hojas palpitando sobre la mesa.

Nosotros todo levante a fuerza de párpados.

 

Después de anoche tus recuerdos serán mi testamento.

 

 

 

 

 

 DAMA CON BOZO

 

Una mujer frente al espejo,

su cuerpo renacentista pintado al óleo,

los maquillajes se cierran,

se abren otros.

 

Su mirada cala entre la cabellera inmensa

catarata que transcurre por el respaldo de la silla

hasta una cama de aspecto fluvial.

 

Una mujer en vitrina que lleva una vida común

duerme, se deleita,

va al privado y vuelve.

 

Su cuerpo es un mundo blanco lunar;

orbita sobre dos pilares que sostienen las puertas de palacio.

 

Ligera de ropa y cascos, risueña del asombro

coquetea con esa sonrisa que tras sus barbas

me dice que sí, caballero,

este delicado fenómeno de la naturaleza es para usted.

 

 

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