AMANTES

(del libro Vidario)

José Antonio Cedrón

 

 

Amantes I

 

La sombra de las torres suele verlos

correr en otra piel, ensuciarse la boca con el viento

esa mancha que busca

empeñada en el aire de una mujer y un hombre

volteados al pasado

abraza soledades de cuando ellos soñaban

el año de Dragón en su equinoccio.

Inesperados, previsibles

se obligan uno al otro recuerdos de ceguera

que la memoria olvida, pero intuye que tuvo.

El país que fueron duda de sus vidas.

Y nunca sabrán cómo siempre acaban perdidos

abajo de esas piedras de la noche.

 

 

 

 

Amantes II

 

Anochecen y tiemblan, balbucean, se entumen

y allí son Dios, porque han dado su cuerpo.

Amanecen desnudos, clavan otros maderos.

 

 

 

 

Amantes III

 

Asoman su silueta preguntan por el tiempo

murmuran entre vidrios palabras manoseadas

en otras frustraciones

bajo una luz de 20

imagino sus dedos de diciembre

anudando los diarios amarillos

y otras manos más lentas revolviendo

el hervor de los porotos.

Ellos son los fantasmas que nunca he descubierto

más allá de sus sombras, donde agonizan juntos

el primer gran amor, alucinado ahora y ya desconocido, en la pieza más alta

y sin ningún espejo.

 

 

 

 

Amantes IV

 

Al cerrar el botón del monedero

esa mujer hablando de los otros

tropieza con los nombres

que apretaron el brillo de su vestido rojo.

La interrumpen reproches en voz baja

golpes de la otra vida

papas apio cebollas que guarda el mosquitero

una mano que cuenta las pastillas

disueltas en el sueño

entre muecas mordidas por extraños

y el crujir de un elástico que cede

después de haber tendido la cobija en la pieza

para cubrir al náufrago y la luna.

 

 

 

 

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