PRESENTACIÓN

Ya en el Libro de Job está presente el tema con todo su dramatismo. Y en Homero. La más terrible epidemia que azotó el mundo medieval, la peste, constituye el entorno de "El Decamerón" de Bocaccio. De enfermedad y de médicos, con aguzada sátira, habla en muchos textos Don Francisco de Quevedo y Villegas. Y también Molière. El mundo de lo mórbido ha sido tratado, con humor o con dolor, por incontables escritores en la historia de la literatura.

Thomas Mann, Virginia Wolf, Luis Martín-Santos, Cela, André Bretón, Céline, Albert Camus... escribieron sobre la enfermedad; Kafka, Strindberg, Dostoievsky, escribieron desde la enfermedad; obras de Axel Munthe, Pío Baroja, Maxence Van Der Meersch , A.J. Cronin, Boris Pasternak transcurren, en menor o mayor medida, en contextos médicos. Bécquer la alude en una de sus famosas rimas, la número  55, que ha llevado a la conclusión de que al poeta postromántico sevillano no lo condujo a la muerte la tuberculosis sino la sífilis o sus complicaciones.

La lista de ejemplos de creadores letraheridos (nunca más oportuna la palabra) que han tocado en sus obras lo patológico y su entorno podría hacerse interminable. Y no es extraño. El asunto es tan importante para el ser humano como el amor, la belleza, la libertad o la justicia.

“El fantasma de la glorieta” que, como ya saben sus lectores, dedica de vez en cuando un número fuera de colección a una materia concreta, ha querido brindar éste a ese fenómeno que nos acompaña a todos en mayor o menor medida a lo largo de la existencia y que suele, a la postre, conducirnos a nuestro destino inexorable.

 

SUMARIO