2 microrrelatos
Cristina Rodríguez
CONSERVA EL ASOMBRO
El tipiteo del teclado le hace recordar su juventud. La vieja máquina Olivetti que se desvelara con él tantas noches. El derroche de energía para aguantar entregas diarias. El riñón sano que filtraba todo el café deseado. La mente ingenua que no temía ser juzgada. La amante joven esperando siempre en la cama.
Pero éste tipiteo no es aquel. La Mac negra nunca pide papel ni está sedienta de tinta. Dos tazas de café al día bastan para dejarle taquicardias. La diálisis no compagina con el desvelo ni con ninguna amante. La cama es ahora prisión que llaga la voluntad.
Ilustración: Tintoretto
CITA A CIEGAS
Se tentó otra vez recorriendo los centímetros de piel, encerrando en círculos pequeños la masa suave de su seno. Buscó la protuberancia con minuciosidad. Nada. De pie frente al espejo alzó el brazo. Su pecho se estiró ligeramente; bajó el brazo y el seno colgó pesado. Se puso de perfil, se miró de lejos, de cerca. Comparó las aureolas, pechizcó sus pezones sintiendo dolor. Se volvió a mirar de frente, interrogando a su cuerpo con los ojos penetrantes. Nada. Ya no estaba. Suspiró aliviada y confundida a la vez. Salió del baño desnuda y tomó el teléfono. Seguía tocándose el pecho.
-Con el doctor por favor... -
El médico atendió su llamada, fue firme.
-De ninguna manera, debe regresar, no es seguro, tenemos que corroborar...
Ella canceló la cita y cortó la llamada. Se puso una bata y salió al jardín. Abrió la jaula del pájaro y lo dejó en libertad.