miopes
Anahí Flores
La lupa invertida
Este chico no existe, dijo la maestra, refiriéndose al alumno que estaba sentado en primera fila, por ser miope. Entiendo que tenga dificultades para ver, continuó, comprensiva, pero las dificultades no son sólo de él: yo no lo veo, ¿usted, acaso, lo ve?, y señaló para el pupitre. El otro día, un compañerito casi lo aplasta por confundirlo con una cucaracha.
El alumno la miraba, en silencio, desde la primera fila. Los anteojos eran tan gruesos que él, por detrás de los lentes, aparecía pequeño. Como una letra "o" minúscula y apretada, escrita con lápiz y fuera del renglón. O como un punto, apenas un punto final que, por falta de espacio, quedó afuera de la página.
Coquetería
Desde los siete años, cuando fue su primera visita al oculista, que va con su madre. No iría de otra forma: mientras el Dr Marcos señala las letras, la señora se las va soplando. El Dr Marcos es un poco sordo. Y ella, según su madre, tiene una vista de lince. Pero es algo distraída (en eso salió al padre), cada dos por tres se tropieza si hay un desnivel y no reconoce a la gente al ir por la calle, incluso a viejos amigos de la familia.