Agustín Calvo Galán
Ilustración: Pablo Ruíz Picasso
Se ralentiza el temblor,
abre apenas los ojos
evitando parpadear.
De entre los dedos
se le vacía el gesto
y en una inspiración,
boca arriba,
en el esfuerzo del tórax
por corregir la asfixia,
el último estertor se hace
ya silencio,
ya sólo el silencio del oxígeno
silbando,
la inmovilidad, las paredes a dos colores,
las uñas oscuras,
la puerta con una rendija
de luz,
y una enfermera que vendrá
después
a taparle la cabeza con la sábana extendida.