Katrú
(selección)
Daniel Omar Martínez
La felicidad
son esas cuatro palabras
que Julián
tira al mundo
para que empiecen a volar
Yo trabajaba a una cuadra
de tu casa
y andaba haciendo repartos
en una camioneta roja
vos tenías ocho años
(diez menos)
seguramente te habré cruzado
mil veces en la esquina
con tu pelo trenza
y tu mirada azul
juntando recuerdos
a la hora de la merienda
hoy dormimos en la misma cama
y nos amamos
y todo parece
ese final cursi de las películas viejas
mientras nuestro hijo
camina por la misma vereda
juntando otros recuerdos
a la hora de la merienda
CARMELA
Yo aprendo por vos
de plantas y flores
busco donde hacen
el mejor pan casero
y hago un minuto de silencio
en las telenovelas
mientras estás a tres metros de tierra
de todo lo que amabas
un ángel con tu rostro
me visita en los sueños
algún día tendrán
que devolverme
toda tu ternura
Decir no es más
que un soplo
un tiempo
robado al silencio
y que el silencio
siempre
se encarga de perdonar
con el olvido
OTOÑO
Llora el otoño
en la hojarasca,
las hojas caídas serán tiempo
en la memoria
de las estaciones
las esquinas
se mueren de amarillo
roba algún perro
el hambre dispersado
y busca
entre la multitud de árboles
el vacío de un amo inexistente
cae la tarde y alguien pasa
con una soledad
cubriéndole el silencio
los pájaros vuelan con su fe de siglo
en la eternidad del aire
de pronto
alguien
es alguien en la vereda
y con su escoba
de ordenar las estaciones
barre el otoño
y este poema
¿Será
la
nada
la
soledad
de
la
soledad?
EL AUSENTE
Se nubló de esquina
como un pájaro
y como un pájaro
rodó en la tarde
hasta que el cielo
se subió
por sus alas
dijo:
quien no ha visto
los ojos de la lluvia
no merece su tristeza
y se fue
a la soledad
herido
de su propio
desencuentro,
mientras la ciudad
amenazaba
con su puñal de horarios
rostros
números
calles
tocadas por la prisa
LA PRIMAVERA PERSEGUIDA
Caían sobre tus ojos
los últimos fríos
el tiempo era una imagen
de fotos amarillas
regresando rostros del pasado
hablábamos de lo posible
y una ausencia se notaba en tus manos
las miradas nos salvan -decían tus gestos-
así
enajenada de sol
bordeando una tristeza
lloraste como la tarde
una lluvia de adioses
hasta quedarte dormida
entre la luna y la nostalgia
Había una vez
un hombre que quería morir
y se clavó una mujer en el pecho
y dijo más
más
más
entonces se arrojó a los precipicios
y en vez de caer aprendió a volar
y a saludar
en el idioma de los pájaros
y dijo más
más
más
otro día
se cortó las venas
y de su brazo creció un charco
y un río y un mar
y se fue a navegar otros países
hasta que por casualidad
descubrió que el mundo
era redondo
como las mujeres que van a parir
como esos ojos
que le miraban del lado aquel de la nostalgia
redondo como las vueltas que tiene la vida
para mostrarle que a veces morir
es como el amor
CRIMEN
Un día me tiré
bajo sus piernas
como quien se arroja
al tren
a la guerra
o a esas cosas
que no tienen regreso
Sucedió que morí
(lo previsto)
que morí tanto
que ya ni la muerte
pudo distraerme
de todos sus retratos
CONSUELO
Todo el amor que me diste
lo traigo puesto
entre gesto y gesto
entre deseo y deseo
en la canción que canto
el amor que me diste
lo tengo guardado
entre recuerdo y recuerdo
lo desvisto
lo acaricio
y lo pinto
con tinta de nostalgia
después cuando está presentable
nos sentamos
en la vereda
a esperar que regreses
El café enfriándose
el vidrio
y del otro lado
la lluvia
del otro lado
vos
jugando
a ver quien moja mas
EL EXTRAÑO
Solíamos reunirnos
a veces en la plaza
solo palabras simples
nada en común
ni nombres ni sueños
ni viejas heridas de lo mismo
yo amaba su compañía
su manera de mirar los árboles y el cielo
y sobre todo
como sus manos
buscaban el aire
en los silencios de la tarde
un día lo vi irse
definitivamente:
le discutí a muerte
su presunta sabiduría acerca de los pájaros
se me nublaron los ojos
y vi entonces
como sus manos tomaban forma distinta
mientras se alejaba
en el más hermoso vuelo
que yo jamás
hubiese imaginado
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