SATYRIÓN |
Rogelio Buendía Manzano |
PERSONAS
EL SÁTIRO JOVEN. -EL POETA.-
VENUS. -LOS SÁTIROS. -LAS NINFAS.
En el bosque que suena a misterio,
como un caracol al oído,
el sátiro joven sonríe
en la luz asombrada del alba.
Duerme en medio del bosque, lo mismo
que un antílope joven y ágil,
y sus ojos, de ardientes, semejan
abiertos, estando cerrados.
Son sus labios un fruto jugoso
escarchado de gracia y de púrpura
y sus cuernos de macho cabrío
evocan las volutas jónicas.
Sol de oro en la frente de nácar;
su cabello desriza la brisa
y se cae de sus manos de lirio
de Pan la siringa de adelfa.
Redondelas de sol entre hojas
le acarician la frente, los ojos,
y le besan la concha rosada
de la oreja. La luna sonríe,
desleída en azul, en el cielo.
Se contemplan los chopos sus hojas
y sus gráciles troncos oscuros
en la plata del agua, lo mismo
que Narcisos gigantes y esbeltos.
El sátiro joven, despertándose
Venus me hizo bello como el nardo,
rubio como la miel de las abejas,
tibio, blanco y suave, como leche
recién salida de las ubres amplias.
Venus me hizo femenino y grácil,
y mi padre, potente como Júpiter,
en mi carne inmortal púsome acero.
En el aire se aspira la fragancia
de frutos que maduran en los árboles.
Mis miembros tiemblan ante el sol que arde,
mi boca tiembla cuando la caricia
de la brisa penetra en mi amplio pecho.
El olor de la rosa me enardece
y el aliento del mar entre los pinos
me llena de inquietudes inextintas.
Hay un frémito loco en el ambiente.
Desde el Urano, Júpiter derrama
pólenes inmortales y fecundos
y de la tierra surge el tibio vaho
de la amada en el lecho venturoso.
El Poeta
Salve, Afrodita, diosa de lo Único,
gloria, madre de todo, luna llena,
siempre preñada y siempre dando frutos;
árbol del Universo, madre augusta!
Tus ojos claros iluminan de agua
cristalina mis versos inmortales.
Salve, Venus, venérea y venerada,
carro triunfal del Orbe, madre augusta!
Las Ninfas, en la distancia
Salve, Venus, venérea y venerada,
carro triunfal del Orbe, madre augusta!
Los Sátiros
Siempre preñada y siempre dando frutos…
El sátiro joven
¿Quién eres tú, desconocida madre,
que así me enciendes de tu amor el alma,
como si lo que mueve mi existencia
fuese a romperse en deshojadas flores?
¿Quién eres tú, que me traspasas todo
de esta inquietud tan dulce y enervante,
que perfumas de menta las colinas
verdes donde mis sueños se dilatan?
¿Quién eres tú que pones encendidos
los labios rojos y los ojos dulces
y haces cantar al coro de las ninfas
en la mañana tibia y luminosa?
Venus, desde la orilla del arroyo
en que las cañas se hacen musicales,
donde las adelfas se derrumban
como brazos de carne femenina,
Venus, desde la orilla del arroyo,
deja entrever sus muslos de alabastro
y sus pechos, de lotos y de nácares.
El sátiro extremece la pelusa
dorada de su cuerpo femenino…
Venus ríe en la orilla del arroyo,
llena de todos los misterios juntos.
Sus pechos son las lunas que pasaron
perfumando los lechos con su plata…
Su vientre es la enervante laxitud
que llenó tantos vasos de ambrosía…
Entre sus muslos, siempre deseosos,
se besaron las ninfas y los sátiros
sobre la tierra abierta y palpitante…
El sátiro joven
¿Eres tú, diosa mía, esposa mía,
madre mía y mujer? ¿Es tu mirada
la que siento en la boca como un beso?
¿Eres tú, diosa mía, diosa mía…?
(¿Un temblor, un suspiro o un espasmo?)
El Poeta
Gea, divina Gea, tú has cogido
la primer libación. Sagrada seas,
Gea, divina Gea creadora!
( A Venus)
Prosternado ante ti, Sagrada, bésame
y de tus rosas lléname mis versos;
haz que tu soplo inflame mis estrofas
y que, por ti, cual mármoles incólumes,
queden mis ramos de laurel sagrados.
¡Salve, Venus, venérea y venerada,
carro triunfal del Orbe, madre augusta…!
Las Ninfas, muy lejanas
¡Salve, Venus, venérea y venerada,
carro triunfal del Orbe, madre augusta…!