EL ÁRBOL DIGITAL
Armando Romero
Era un hombre al que le habían enterrado su mano derecha Pasaba sus días metido en una pieza vacía Donde se sentaba Los pies contra el ángulo superior de la ventana Y su mano izquierda sosteniendo un ojo de buey Por el cual los rinocerontes Ensartaban su cuerno Y hacían brillar su corteza metálica Le había dado por ser poeta Y se pasaba todo el tiempo hablando de la guerra De tal manera Que había descuidado su mano derecha Esta creció lenta y furiosamente Y sin que él se diera cuenta Atravesó el mundo de lado a lado Cuando los niños de la parte norte de Sumatra Vieron aparecer un árbol sin hojas y sin frutos Corrieron espantados a llamar a sus padres Estos vinieron con sus gruesas espadas Y cortaron el árbol de raíz Un líquido blanco lechoso salió de la corteza tronchada Desde ese entonces El hombre como un poeta Siente un dolor terrible Agudo En un sitio del cuerpo que no puede determinar