El puente del diablo se ha derrumbado
Caen y caen
las misteriosas volutas de granate.
Giro por giro
hasta alcanzar el aire.
Desaparecen las huellas de Dios.
No están .
Ni los antiguos monasterios.
Ni las bibliotecas en llamas.
Ni las casas hambrientas.
A lo lejos veo huir las ovejas trémulas
se esfuman los caballos pesarosos.
Todo pasa
apenas dura el rocío en este campo hirsuto.
La casa con arpegios de luz
la salmodia de la lluvia
la conversación
y un sorbo de café.
Un viejo par de anteojos en la tierra púrpura
es testigo
en esta tarde.
Se precipita un testamento de cenizas.
Sin trabajo.
Sin las fábricas mugrientas
Sin las carreteras destrozadas
Sin las huertas vacías.
Ahora
la bandera se repliega en sangrientas congojas
y cubre a sus muertos
con las últimas piedras de su penumbra.
El espectro de la hierba besará la tierra.
Y álamos y palomas bendecirán el pan.
Morir en la niebla
es renacer al misterioso color de las volutas.

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