ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA

Carlo Frabetti

En última instancia, el poder no miente: nos habla en lenguaje poético, y para comprender sus nada oscuros designios basta con no dejarse engañar por la literalidad de un discurso hecho, como los delirios y las pesadillas, de feroces metáforas y violentas metonimias.

Es cierto que Iraq posee armas de destrucción masiva y que el objetivo del Imperio es eliminarlas. Por eso las bombas "inteligentes" lanzadas por Estados Unidos durante la Guerra del Golfo destruyeron más de 30.000 escuelas. Por eso el embargo criminal impuesto desde entonces al pueblo iraquí, que durante doce años ha privado a la infancia de las medicinas y los alimentos necesarios, ha matado a más de medio millón de niños menores de cinco años, según datos admitidos por la ONU.

Los niños -más aún que la poesía y por análogas razones- son armas cargadas de futuro. Si crecen sanos y cultos, como los de las generaciones anteriores a la agresión del 91, forman un tejido social tupido y sólido, nada conveniente para los planes neocoloniales del Imperio y sus aliados.

Las escuelas son armas de destrucción masiva de la ignorancia, bombas de fragmentación culturizadoras, racimos de niños ilustrados, cada uno de los cuales es a su vez una bomba de relojería capaz de hacer saltar por los aires, a corto o medio plazo, las trampas y mentiras del discurso imperialista.

Las hordas más bárbaras y brutales de los tiempos oscuros, cuando tomaban una ciudad, mataban a los niños para evitar futuras represalias. La mafia hace lo mismo en sus venganzas y ajustes de cuentas. Y de este bárbaro Imperio dirigido por mafiosos no cabía esperar otra estrategia.

Pero ahora los pueblos no están solos. No hay Numancias aisladas, no hay cercos ni embargos que la solidaridad global no pueda romper. No dejaremos que las alimañas imperialistas devuelvan Iraq a la era preindustrial, como cínicamente anunciaron ya antes de la Guerra del Golfo. No dejaremos que la Historia se termine, como quisieran los poderosos, ni que retroceda, como quisieran los nuevos bárbaros, que coinciden con los poderosos o están a su servicio.

Quienes hemos sido bendecidos por las sonrisas de los niños iraquíes y palestinos, sabemos que, por muchas escuelas y hospitales que bombardeen, sus abyectos enemigos -los enemigos de los pueblos del mundo- han perdido la batalla de antemano.

 

Anterior    Siguiente    Sumario    Inicio