JUEGOS FURTIVOS

 

Carmen González Huguet

 

 

I

Quiero escribir, pero me sale espuma…

César Vallejo

 

Préstame un rato, amor, el dulce le-

Con el que a diario, fiel , siempre reto-

Y sus pendientes joyas tan hermo-

Que con placer puntual chupo y orde-

 

No te acomplejes, no, no es tan peque- ,

No ocultes con prudencias vergonzo-

A mi tacto sus ganas amoro- ,

Ni a mi constante afán frunzas el ce-

 

Que sea realidad mi fantasí-

Protagonista de una eterna juer-

No se cansa, se dobla, ni se enfrí-

 

Y a toda hora su fervor se yer-

Enarbolada y lista noche y dí-

La tortura exquisita de tu ver-


 

II

 

“…Sin luchas, sin afán y sin lamento, sin agitarme en ciego frenesí,

sin proferir un sólo, un leve acento,

las largas horas de la noche cuento…”

José Batres Montúfar

Solo, fijo, sin tregua tu veneno

Su miel destila por canal ufano

Y yo a tu vera estoy, mano con mano,

Velando el homenaje más ameno.

 

De nieve ardiente tu secreto lleno

Lejos se alza cuanto más cercano,

Y más se crece cuanto más en vano,

Y más querido cuanto más ajeno.

 

Al borde estoy de la rosada fuente,

Del dulce manantial do mana y corre

Y su secreto y levantado diente.

 

Y a esa querida, solitaria torre

Quisiera hundir en el canal silente

Donde su sombra e inquietud se borre.


 

III

 

“Según siente Celesti-,

                                                               Libro, en mi opinión, divi-

                                                               Si encubriera más lo huma-“.

Miguel de Cervantes

 

¿Por qué, para que la obra sea divina,

tendría que encubrirnos más lo humano?

No rechaza al invierno ni al verano

La tierra, ni la flor a cada espina.

 

Con ancha libertad y disciplina

El arte forja su esplendor ufano

Y el fruto escancia su sabor lozano

A salvo de la envidia y de su inquina.

 

Tartufo, de tu hueste vengadora

Sálvense el coño, el culo y cada teta,

Toda la fauna exótica y la flora

 

De la corte de Venus, la saeta

Feroz que no da tregua ni la implora

A las criaturas vivas del planeta.


 

IV

 

“...si para estar ahora enamorado

fue menester haber estado herido...”

Francisco Luis Bernárdez

 

Prefiero el dulce afán de lo gozado

Al cruel dolor de haberme arrepentido.

Prefiero lo soñado, aunque mentido,

Y más lo que intenté y lo que he logrado.

 

Prefiero a lo seguro, lo arriesgado;

A lo sagrado, siempre lo prohibido.

Más que en lo razonado, es en lo intuido

Donde su andar mi brújula ha orientado.

 

Prefiero la efusión a la tibieza,

El vértigo brutal de la locura,

A fría sensatez y su pobreza.

 

Prefiero del amor la quemadura

Al páramo sin fin de la tristeza,

Aunque llene mi boca de amargura.

 


 

V

 

“...Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,

cual suele opuestas flechas de su aljaba,

mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,

como mi adoración en su desvelo...”

Francisco de Quevedo

 

Plena de ti, cumplida y satisfecha,

Como un sueño alcanzado y ya concreto

A tu lado descansa en el secreto

Y con tu mies sembrada en honda brecha.

 

El gozo escapa por la ruta estrecha

Donde vertió el océano completo

La espuma viva de su ardor inquieto

Con su profunda y silenciosa flecha.

 

Pero la sed regresa, intensa, herida,

Y atormenta la carne hora tras hora

Y su ansiedad no mengua, ni se olvida.

 

En el vacío que otro ser añora,

Late el cauce fecundo de la vida

Y reta al tiempo cruel que la devora.

 

 

 


VI

 

“Morir, y joven…”

Manuel Gutiérrez Nájera

 

“…Qué lástima que tuviera vida tan pequeña,

para tragedia tan grande

y para tanto trabajo…”

Otto René Castillo

 

Entra por fin, no mueras en la orilla

Tibia y dichosa de la oculta fuente.

No se doble tu torre, ni su frente,

Ni se acobarde la animosa quilla.

 

No dejes sin beber la maravilla,

Cruza sin miedo el cristalino afluente,

Abandona la senda del prudente

Antes que caiga la fatal cuchilla.

 

Antes que el tiempo, que jamás perdona,

Llegue puntual hasta el postrer segundo

Cuando la dicha infiel nos abandona.

 

Antes que el tajo cruel e iracundo

Nos propine la muerte, la ladrona,

Y nos deje también viudos de mundo

 

 

 

SUMARIO