3 textos del libro Senos

Ramón Gómez de la Serna

 

 

Los senos de Eva

 

Por pensar en todos los senos hemos pensado en los de Eva, caudalosos, fuertes, de piel dura, rojiza y áspera; senos de ama de cría montañesa, de leche pura, salutífera y prodigiosa, la leche en su primera fuente, la fuente que no se ha agotado después. Adán no se dio verdadera cuenta de ellos, porque estaba asombrado ante otras sorpresas. Fueron los únicos senos que hicieron un perfecto ángulo recto en relación con el plano del pecho, un ángulo recto que inmediatamente después fue perdiendo grados y decayendo. Los senos de Eva fueron los que conservaron la estructura que les imprimió el molde de metal, el flanero que utilizó el Creador para su formación y que después colgó en su cocina.

 

 

 

Los senos más perfectos que han existido

 

La mujer de los senos más estupendos era fea y repulsiva de rostro. Los senos más admirables se sospecha que han pasado desapercibidos, inadvertidos, cubiertos por la ropa vulgar, por la estameña ingrata de la mujer fea.

Esa mujer, que fue la de los senos más preciosos, no fue requerida por nadie y tuvo la decencia suficiente para no llamar a nadie.

Era chata, y sus ojos eran pequeños y sumidos bajo una cejas profundas y cruzadas.

Sus senos reunían toda la belleza deseable, y estaban concebidos según los cálculos más finos de la arquitectura, la composición y el equilibrio de los senos leales. Fueron el modelo, pero nadie lo sospechó, ni ella misma, ciega por la fealdad de su rostro, y así los senos más perfectos de la creación han desaparecido insospechados y estériles.

 

 

 

Los senos de las niñas del Conservatorio

 

Van envueltos en trajes de muselina rosa y campean sobre el gran cartapacio de la música. Son como copas que vibran todo el día, durante las largas horas de la clase, porque todo el fondo del Conservatorio está lleno de músicas, de toques de cuchilla sobre las pancitas de cristal.

Las niñas del Conservatorio tienen senos que gracias a la música que aprendieron siempre estarán bien conservados. Los viejos profesores injustos, pero humanos, tienen muy en cuenta para los sobresalientes el encanto más o menos grande de los senos de las niñas del Conservatorio, senos con un lacito en el pezón.

 

 

SUMARIO