Instantáneas

(algunos fragmentos)

Ramón Peralta

 

Un martes de lluvia - un martes de lluvia y viento - un martes de lluvia viento y sol - un martes sin sol - un martes de sol y viento - un martes por la noche - por la mañana - por la tarde - nos vemos - caminanos - un martes - después de la comida - en un martes nublado - después de que los niños salgan a la escuela - en un martes - todos los martes - en una tarde - nos vemos - caminamos.                                 

                        Un becerro bala al oler la sangre de sus compañeras. Gira la cabeza que se le escapa por momentos al hombre que la sostiene. Mira el horizonte, no encuentra nada en que detenerse. Sigue oliendo la sangre, sus patas traseras tiemblan, bailan, se doblan.

 

       

 

Una célula en mi cuerpo se rompe en dos porciones aproximadamente iguales, eso, según los médicos y biólogos es normal. Con la liberación de energía una enfermera corpulenta me bombardea con neutrones. Un globo en el parque se eleva. Dice que visitará mi pasado y que mi esperanza está en veremos. El planeta es azul/ y no hay nada que pueda hacer. Veo el paisaje, camino, lo recorro, algo me separa de lo inmenso.

 

 

Cuatro ciclistas se disputan el primer lugar. En el cruce de dos avenidas llenas de gente, la estatua de un caballo. La luna saliendo sobre Hernández, Nuevo México. El estallido de la bomba atómica. Una línea negra sobre un cuadro rojo. Miramos como si algo estuviera ante nuestros ojos. Con el asiento y el manublio, construyó la cabeza de un toro. La mirada de Juan Rulfo apoyado sobre una calavera. Los cuervos descansan los trapos de sus alas en la cima del poste. El futuro es un arpón detenido en el aire. Del barco, un hombre cae al mar. Dos mellizas ciegas voltean en dirección contraria; se toman de la mano para cruzar la calle. Entre dos elefantes, una mujer delgada con vestido de novia, canta y eleva los brazos. Del plátano de la mañana salen moscas. Aquí había una estación de trenes. Me sentí un gallo blanco de pelea. Nada me corona en esta ciudad de muros anchos.

 

 

El horizonte es algo que sólo tiene sentido para un observador. Las hormigas avanzan en fila. La fe mueve montañas. El arco iris no existe fuera de nuestros ojos. También sabemos que una piedra es en realidad una colección enorme de átomos que se mantienen vinculados por lo que llamamos enlaces químicos. Y los átomos están formados por partículas subatómicas que, a su vez, están formadas por:

 

Recordemos un automóvil es una partícula, el golpe de un boxeador es una fuerza,  el espacio entre el núcleo atómico y los electrones es vacío. Una ola es una onda. El horizonte, las emociones y los recuerdos son producidos por el mismo efecto cuando lanzamos una piedra al estanque y se forman pequeñas ondas hasta la orilla recorriendo la totalidad de la superficie. En el pueblo, una puerta amarilla, un campo de cebollas. Un retrato con la cara llena de miedo. El hombre recostado, enfermo, apenas se le veían los ojos. Ellos trataban de verse en el espejo. Siempre los desconocidos, los que salen en las fotos y sonríen. El granjero con su perro, un galgo. Ambos, no sé por qué, tienen los mismos ojos. Se tapó la mitad de su rostro, en lugar de su ojo, quedó su anillo. el relámpago verde de los loros. Mis cabellos eran nubes extendidas, como si fueran llamas, grandes llamas blancas. La preocupación son las manos en el rostro. Un tiburón en el puesto del mercado. La luna llena sobre un grupo de nubes. Soñé la milpa tupida, alta y por encima dorada. El sonido del anuncio rojo de lámina al soplar el viento. Esa luz que atrae a los insectos.

 

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