Este número está lleno de moscas. La verdad es que no sé por qué. Un experimento de diseño, que ya se estaba poniendo muy pesado con tantas monerías. Probablemente he querido trasladar la impresión de una siesta de lectura en una pegajosa tarde de verano a la sombra de un árbol. El simbolismo de la mosca es variopinto. Para los bamilekés simboliza la solidaridad y entre los griegos era un animal sagrado, según Chevalier y Gheerbrant. Para nuestro Antonio Machado, las moscas son, ya sabemos, las familiares, inevitables golosas, esas amigas viejas que evocan todas las cosas. Junto a la simpática y lírica mosca del poeta sevillano, está la asquerosa pero no menos cachonda del maestro y escritor uruguayo José María Firpo en su libro "La mosca es un incesto", en el que transcribe, supuestamente, textos de sus alumnos. Y aún he localizado en internet la reseña de un libro de un tal Jaköb Lorber, que por supuesto no he leído y que, según sugiere el sumario, habla de las excelencias de este insecto en relación con el plan divino. En fin, dejémoslas que revoloteen para aquí y para allá mientras leemos esta nueva entrega del Fantasma. Entre poemas, cuentos y algún ensayo, tenemos, como casi siempre, todos los géneros concebibles en una publicación de esta clase. Espero que lo disfrutéis si la suerte no os depara algún viaje que os lo impida. Y si no, en setiembre, a la vuelta, que todavía hay tantas moscas como ahora. O más.

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