Ángela Mallén
El viento rachea en la cala nocturna que hay en ti.
Tu boca es mi cereza escarchada y amarga.
La fruta prometida de la tierra firme que dejé.
Me acaricias con las manos blancas y saladas.
Ondulan en el cielo las humaredas rojas del amor.
Es la hora de las náyades y de las ondinas.
Rompen lunas y estrellas contra el acantilado.
Mueren olas cetáceas en la playa nocturna que hay en ti.
Soy la hija del silencio dominante,
la hermana de los anillos de humo.
Marco los días muertos con aerosol de grafitero
en el rompeolas del delirio,
en el malecón de la cordura,
en los diques, las dársenas y las bocanas,
en los andenes raudos de los muelles,
en el reverso de los corazones zombis.
Combato a las quimeras que no deseo vencer.
Tú eres mi refugio, mi ensenada, mi desembarcadero,
mi brisa a sotavento, mi bonanza, mi delfín a estribor.
El andante que bailan las galernas,
el réquiem que originan los tsunamis,
la isla que inventara Peter Pan.
El abrigo del viento que rachea
en la cala nocturna que hay en ti.
(Del poemario “A favor del viento y del azar”)