¿QUÉ ES EL GRIAL? ¿A QUIÉN SIRVE?

 

Capitán de las Dunas

 

 

(ACERCA  DEL  GRIAL )

 

PREVIO

 

Desde que se editó esa tan mediocre novela “El código da Vinci” de Dan Brown es fácil observar la abundante corriente de interés público que inunda todo lo relativo al Santo Grial.

Dejando a un lado el aspecto tendencioso de dicha novela, el afán de alguna determinada religión muy cargada de contenido socio político por humanizar la figura de Cristo con la astuta estrategia de desdivinizarle y así socavar los cimientos de su trascendencia mesiánica, obviando el trabajo y divulgación que se toman sus secuaces y mercenarios, desearía poder llegar desde mí a algo de discernimiento sobre el tema. Sabemos que la inocencia de los lectores puede ser patética por lo general, muy fácilmente manipulable. No solamente la del lector medio sino también la de aquellos con cierta catadura intelectual,- recuérdese el viaje a Montserrat de todo un jerarca de las SS como Himmler para “acceder” al Grial -, además de tantos otros a los que su bienintencionada piedad y fe sin condiciones los lleva por los caminos ciegos de la religiosidad prefabricada.

Cosificar lo que pertenece al mundo espiritual es una peligrosa manera de pervertir lo que precisamente se quiere enaltecer. Se mueve entre lo trágico y lo cómico el fetichismo que en toda época pone su latría en reliquias de toda índole. Un gran cajón de sastre donde se mezclan huesos y astillas, muelas y arenas, telas y clavos, sangre y cabellos, todo lo imaginable que pueda llegar hasta extremos de siniestra devoción o grotesca credulidad.

El Grial ha ocupado siempre un lugar de protagonismo en esta galería de trofeos santos.

Durante siglos ha sido la copa que supuestamente Cristo utilizó en la última cena. Su lugar de ubicación, después que fuera recogido por José de Arimatea, se lo han disputado no pocos lugares. Montsegur, Montserrat, San Juan de la Peña, Valencia…

En las sagas caballerescas del Ciclo Artúrico hay una aproximación a él que podemos considerar como la más fiable y acertada. Sólo el caballero puro,-Parsifal-, puede encontrarlo y verlo. Es el Misterio al que sólo se puede acceder desde un corazón puro. No es objeto sino atributo y gracia del alma.

Hoy, agotadas las peripecias infantiloides de Indiana Jones, asoma una nueva versión en la novelita de Brown en la que se convierte en Sangre Real que desde el vientre de María Magdalena fecundado por Jesucristo se manifiesta en Francia. Y de ahí, prodigios de los designios ginecológicos, da carta de naturaleza divina al linaje de los Merovingios. Nunca pudo llegar tan lejos el chovinismo de nuestros vecinos.

Yo me he permitido escribir lo que sigue, “¿QUÉ ES EL GRIAL?, ¿A QUIEN SIRVE?”, con el único objetivo de compartir con los lectores de estas letras lo que pienso acerca de El Grial, lo que mi discernimiento me dicta, lo que mi deber me ordena: Sembrar.

 

                                                                                  Bellavista,

                                                                                  3 de Enero, 2013.

 

 

 

Sabido es por los que saben, que el Grial no es copa, ni piedra, ni bafomet, ni útero, ni cosa, ni joya, ni sangre, ni templo.

El Grial no existe porque solamente es. Es lo universal. Es lo que cada ser es y por ello es. El Grial no existe porque todo aquello que existe se puede encontrar. El Grial no se encuentra, sólo se puede buscar. Es su misterio: La búsqueda de lo que cada uno verdaderamente es, el yo puro, la esencia de la palabra que da nombre al alma.

Como los ríos buscan el mar, como la primavera busca el verano, como la noche busca el día, como la vida busca la muerte, buscamos fatalmente la semilla y el sino que nos hace divinos, lo que nos trasciende sin abandonarnos, lo que nos hace absolutos desde lo particular, lo que nos hace eternos desde una juventud que no tuvo principio ni terminará nunca.

Sabido es por los que saben que el Grial no se busca fuera porque está dentro, es dentro, es.

Fuera existe el rastro de huellas que todo cazador sigue para perseguir su presa. El conjunto de signos que explican las palabras de los mapas que todo viajero consulta para ir a su lugar.

Fuera existe la Belleza, que ilumina las tierras y el cielo con las obras de lo creado. El Amor, que organiza y da sentido a la confusión del espíritu y de la mente dispersos en el viento de los acontecimientos. La Imaginación, que nos protege del terror de la oscuridad del tiempo.

Por todo eso pasan jinete y caballo, indagando, preguntando, sin tiempo para detenerse, sin ocasión para el regreso. Es el viaje siempre iniciado y nunca finalizado. El castillo que se demanda se llama como tu verdadero nombre. Su reino se llama camino.

Todo esto es sabido por los que saben, y también es sabido por los que no saben aunque ellos no lo sepan.

 

                                                                        Bellavista.

                                                                             21. Octubre. 2009.

 

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