EPISODIOS SACADOS DE LA VIDA DE UN POETA SECRETO

 

José Antonio Antón Pacheco

 

Composición fotográfica: Félix Morales Prado

 

Estos episodios pueden representarse bien todos de una vez, bien cada uno por separado, bien algunos conjuntamente y algunos por separado, bien como se quiera. Así mismo puede hacerse una versión para ballet.

 

 

 

Primer episodio

 

La escena representa una cafetería, que puede ser la de la estación de trenes o de coches de línea. Detrás de la barra sirve el Camarero. Se acerca el Poeta secreto. En la cafetería se encuentra también Otro cliente.

 

Poeta secreto: Buenos días, ¿me da un vaso de locura?

 

Camarero: (Le sirve un vaso de agua) Tome.

 

Poeta secreto: (Bebe) Gracias.

 

Otro cliente: Oiga, un momento, ¿qué es lo que ha pedido usted?

 

Poeta secreto: He pedido un vaso de agua.

 

Dependiente: Exacto.

 

Otro cliente: No, fue otra cosa muy distinta lo que pidió.

 

Poeta secreto: ¿Qué dije, pues?

 

Otro cliente: Dijo: déme un vaso de locura.

 

Camarero: Yo entendí: déme un vaso de agua.

 

Poeta secreto: Porque eso es lo que pronuncié.

 

Otro cliente: Sin embargo insisto en que se trataba de un vaso de locura lo que usted solicitó.

 

Poeta secreto: En todo caso quise referirme al agua y no a la locura. Además, el señor camarero oyó o intuyó mi intención, esto es, el beber agua.

 

Camarero: ¿Y la locura dónde la deja usted?

 

Poeta secreto: ¿Acaso me escuchó hablar de locura?

 

Otro cliente: (dirigiéndose al Camarero) ¿Qué es lo que usted escuchó en realidad: agua o locura?

 

Camarero: El caso es que le despaché agua.

 

Otro cliente: Lo cual no quiere decir que fuera imposible haber escuchado la palabra locura; más concretamente, un vaso de locura.

 

Camarero: ¡Un vaso de locura! Resulta extraño, insólito, incluso extravagante.

 

Poeta secreto: Un vaso de locura que calme nuestra sed de amor.

 

Otro cliente: No haga digresiones sentimentales. La cuestión es muy otra. El problema estriba en saber por qué si usted pidió un vaso de locura, se le despachó un vaso de locura.

 

Poeta secreto: (al Camarero) ¿Qué oyó usted?

 

Camarero: ¿Otra vez?, ¿de nuevo me pregunta por lo mismo?

 

Otro cliente: (al Camarero) ¿Desde cuándo sirve locura?, ¿posee botellas de locura, barriles de locura?, ¿compra la locura al por mayor, a plazos o cómo?

 

Camarero: (al Otro cliente) ¿Es usted inspector de locura?

 

Poeta secreto: Estamos embrollando progresivamente la conversación.

 

Otro cliente: ¿Quién ha afirmado que esto sea una conversación?

 

Camarero: ¿Lo es por casualidad?

 

Poeta secreto: Se trata de una locura.

 

Otro cliente: (Al Poeta secreto) Se encuentra usted obsesionado por la locura. Incluso bebe vasos de locura.

 

Poeta secreto: No, sólo bebo vasos de agua.

 

Camarero: ¿Por qué pidió entonces un vaso de locura?

 

Otro cliente: Sí, ¿por qué?

 

Poeta secreto: Tenía sed.

 

Camarero: ¿De agua o de locura?

 

Poeta secreto: De agua, naturalmente.

 

Otro cliente: Se está poniendo en evidencia.

 

Camarero: Nos damos cuenta de que su camino es la mentira.

 

Otro cliente: ¿Qué camino?

 

Camarero: El que él recorre.

 

Poeta secreto: ¿El camino que camino?

 

Otro cliente: ¿El camino de la locura tal vez?

 

Poeta secreto: El camarero habló de suerte metafórica.

 

Otro cliente: ¿Cómo si no?, ¿acaso se puede beber la locura?

 

Camarero: ¿Quién asegura tal cosa?

 

Poeta secreto: Yo sólo afirmo que hablaba en metáfora.

 

Camarero: Luego lo confiesa.

 

Poeta secreto: ¿Qué he de confesar?

 

Camarero: Que cree estar hablando en metáfora.

 

Poeta secreto: ¿Cómo? Yo no creo estar hablando en metáfora. Sería una locura.

 

Otro cliente: Sería una locura lógica, ya que usted bebe vasos de locura.

 

Camarero:  (Al Poeta secreto) Bebe vasos de agua. Yo le serví un vaso de agua.

 

Poeta secreto: Cierto.

 

Otro cliente: ¿Me quieren confundir?

 

Poeta secreto: No.

 

Camarero: No.

 

Otro cliente: Entonces ¿a qué vienen tantas palabras?

 

Poeta secreto: Son locuras.

 

Camarero: ¿Reincidiendo?

 

Otro cliente: Reincidiendo en la locura. Insinuando maliciosamente que bebe locura.

 

Poeta secreto: Bebo agua.

 

Camarero: ¿Por qué, pues, me pidió, si es como usted afirma, un vaso de locura?

 

Poeta secreto: Debí confundirme.

 

Otro cliente: ¿Confunde muy a menudo el agua con la locura?

 

Poeta secreto: Yo no, pero él puede que sí (refiriéndose al Camarero).

 

Camarero: ¿Me toma por loco?

 

Otro cliente: (al Camarero) ¿Distingue bien el agua de la locura?

 

Camarero: Perfectamente.

 

Poeta secreto: Sabe aquello que es agua y aquello que es locura.

 

Otro cliente: ¿Quién ha hablado aquí de saber?

 

Camarero: Yo no sé nada.

 

Poeta secreto: (al Otro cliente) ¿Quiere algo?

 

Otro cliente: ¿Y usted?

 

Poeta secreto: Locura.

 

Otro cliente: Por favor déme un vaso de locura.  

 

 

 

FIN

 

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